Fútbol, de cuando el pueblo quiere opio


Que el fútbol es el opio del pueblo es un pronóstico tan real como pesimista. Es el opio del pueblo si, pero como dicen los geniales Gomaespuma: es que el pueblo a veces también quiere opio. Desde luego que el gol de Iniesta no nos borra la crisis, ni nos paga la hipoteca pero nos deja un hermoso ejemplo: que unidos cualquier cosa es posible. Ya no solo por ese grupo de futbolistas que son tan persona como cualquier otro, sino por la sensación que nos deja a pie de calle de solidaridad. La lectura intrínseca de que si los españoles nos unieramos la mitad que como lo hemos hecho con la selección tendríamos un país y una vida mejor para nuestros hijos.

En el minuto 117 de una final de la Copa del Mundo un manchego tiró a la basura el libro de la historia negra de España, para escribir un segundo tomo mundialista forrado en filo de oro. Después de un partido obsceno, donde Holanda paró a España a patadas y agresiones, la gloria del gol se hizo esperar con un tiro cruzado que Stekelenburg toca pero inevitablemente el jabulani se fue para las mallas. La gloria estaba escrita en rojo e igualda.

Este ha sido un triunfo de la gente sencilla y del fútbol en mayúsculas. De ese fútbol honesto, que prescinde de catenaccios, de codazos cuando el árbitro no te ve... de esa miseria que predican los Capello, Mourinhos y demás ralea. Habrá que reconocerle el mérito a Del Bosque y un capitán que pasará a la historia por su impecable palmarés y por su campechanismo y sencillez. Cosa de la que deberían tomar nota los Florentinos Pérez de turno, infame presidente que prescindió de Del Bosque por "no dar la imagen que el Real Madrid necesita", de Robben (jugador más peligroso de la final), Wesley Sneijder (elegido 2º mejor jugador de la Copa del Mundo) o sin ir más lejos David Villa, el cual no fichó por una diferencia de 5 millones de euros por traer a un Karim Benzema que sin dejar de ser extraordinario siempre quedaba la incertidumbre de su aclimaztización al fútbol español.

Al contrario que la mítica foto de la liberación de París, que fue un posado, el beso de Iker y Sara fue un chispazo de espontaneidad

Me quedo con lectura final de que cuando la alegría te inunda cualquier obstáculo o problema es insignificante. Esa lección nos deja el fútbol, aplicabe a nuestro día a día, y lejos de ser agoreros anti-todo el mérito de estar vivo es extraer lo positivo hasta en los momentos de miseria.

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