Hay dos cantautores a los que idolatro: Antonio Vega e Hilario Camacho. Y los reúno en el mismo post por los paralelismos que encuentro en sus existencias, estilo musical y personalidad.
Los dos se fueron de este mundo prematuramente. Hilario se suicidó, el bueno de Hilario se suicidó. Menuda putada. Antonio no se suicidó activamente, pero yo consideraría que pasivamente sí. Como dicen Los Calis: "caballo maldito..." (otro tema fundamental del calorreo español que nadie debería dejar de escuchar).
Ambos poseían una sensibilidad exquisita que traducían en canciones gracias a su fabuloso talento. Grandes sin darse importancia. Fundamentales sin que nadie nunca lo dijera. Antonio si recibió en vida el amplio aliento de crítica y público que merecía, así no tanto Hilario, que no era tan mediático, quizá por su forma de ser introvertida.
Los dos buscaron en la muerte una salvación del grave sufrimiento que padecían. Eran dos personas infelices, con dramas internos, que, a mi juicio, tomaron un camino equivocado. Quizá nunca se pararon a pensar que el drama puede ser hermoso y nadie como mejor ejemplo de eso que ellos mismos: quienes convertían esa hemorragia de sentimientos en preciosas canciones.
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